Bienvenidos a Lima



Próxima crónica: Transito limeño.

El transito en Lima es el claro ejemplo de la ley de la selva: el más grande se come al más chico, el más fuerte gana al más débil. Ya por el 1992 se hablaba entre los ciudadanos de un ¨caos vehicular¨ que venía netamente aparentado con lo social, un verdadero quilombo por una falta total de respeto hacia las leyes y el prójimo.
Ahora, sepamos que Lima cuenta con una población de 7.605.742 habitantes si contar los del Callao, imaginemos esta cantidad de personas habitando las calles con un descarado libertinaje y una falta de conciencia y educación abismales. Conducen como quieren, cruzan como quieren, pasan por donde quieren y hacen lo que quieren sin percato ni culpabilidad. Un desinterés relajado ante la situación tensa que no se sabe a ciencia cierta si esta pasando por mal aprendizaje, por mala educación o por el combo explosivo que gana su puesto en el top five de las ciudades mas contaminadas de Latinoamérica.
Se delatan miles de causas al respecto, como que las paradas de colectivos, combis, cousters y taxis no son respetadas, como que los comerciantes que ocupan las calles y no ayudan al orden y el espacio que necesitan los peatones o que las entidades municipales no se encargan de una buena campaña de aprendizaje.
Pero el gran problema, creo yo, es que la gente vive en este caos con una total naturalidad, lo tienen asimilado como algo normal y de todos los días, encontrarse dentro del ruido y el peligro como algo que nació con ellos y porque siempre fue así, punto.
La policía de Lima informa que el 70 % de accidentes de transito con consecuencias fatales es producido por peatones imprudentes.
Ahora veamos y demosnos cuenta que también como se va formando esta bola de nieve que cae por la colina, en 1990 una gran ola de desempleo ataca a la ciudad, como el medio de transporte no esta formalmente organizado, miles de desempleados se zambullen en la solución del transporte publico para salvar su estómago y el de la flia numerosa. Estos nuevos transportistas y estos miles de peatones comienzan a sufrir serias patologías como el stress, alcoholismo e impulsividad (¿impulsividad!) entre otros que afectan su conducta vial. Esto pasa por una sobre oferta del transporte que ha su vez se origina sobre las horas de trabajo que varían entre diez y doce horas. Se trabaja en condiciones difíciles y de alta competitividad que lleva a una carrera enloquecida por el recojo de pasajeros.Así que aquí les presento a Lima, pueden ir teniendo una leve idea del papel que juega el bicicletista acá, de la personalidad del bicicletista de Lima, ciudad de Reyes, como fue sugerida alguna vez.


Es una obviedad que la editorial se estrelló feliz sobre la ciudad inundada de transito y no paró de pedalear hasta que encontró el mar.


Aguante la bici en donde sea, la calle es nuestra!